Visita a Shanghai en China

Llegamos a Shanghai
Después de un viaje por el sur de China llegamos a Shanghai. La segunda ciudad en China y sus más de 20 millones de habitantes compiten muchas veces en importancia con Beijing. Aunque a muchos les parezcan parecidas, en cuanto a mega ciudades, son muy diferentes. Shanghai es en mi opinión mucho más cosmopolita; en Beijing es más fácil encontrar los lugares tradicionales, solamente en los últimos años los barrios más antiguos y los hutongs han empezado a desaparecer. Shanghai se ha convertido antes en una gran urbe sin tener que guardar culto a lo tradicional, enfocada en sus negocios financieros que en la mayoría de los casos enlazan empresas ubicadas en Hong Kong con la China real.

Hablar de Shanghai es hablar de una ciudad de rascacielos, de gente que llega desde remotas aldeas para trabajar y enviar dinero a sus casas. También el número de expatriados aquí es alto; cualquier empresa sabe que hacer negocios con un país con tanto potencial es importante.

Qué ver en Shanghai
A Shanghai no se puede ir y no pasear por el Bund, el barrio junto al río que dará unas vistas increíbles por la noche, para nuestro disfrute y el de todos sus habitantes. Existen barcos que realizan excursiones por el río, para poderlo ver mejor. Os lo recomiendo. También la llamada «old city« es un área donde pasar un día un poco más relajado, sin los nervios de estar cruzando semáforos entre miles de personas.

Cuando hablamos de Shanghai, en todo momento aparece la imagen de su centro financiero o Pudong; aunque es una pasada, en mi opinión la imagen realmente bonita es desde el otro lado del río, cuando es de postal. El parque Fuixing también apetece para descansar un rato, ya que las distancias en Shanghai son largas. Pero sobre todo, mi parte favorita es el barrio francés o French Concession. Esta parte es para mí lo más bonito de Shanghai.


Mi relación con Shanghai…
Shanghai y yo tenemos una relación amor-odio que dura casi una década y no sabemos cuánto va a durar. En esta primera visita pensé que algún día volvería. Lo que no sabía entonces es que mi vuelta sería por un trabajo tres años después que salió rana, y que me hizo dormir tres noches seguidas en el aeropuerto por falta de dinero para volver. Por suerte, finalmente una buena amiga me echó un cable y pude regresar a mi país. Desde entonces no he vuelto, y Shanghai sigue ahí, esperándome para hacer las paces. Quizás entonces escriba algún otro post más extenso sobre lo que es vivir en Shanghai durante dos meses…

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