Viajar a Islandia en Invierno
Historia de Islandia
Islandia, la tierra de hielo, la tierra de nieve. Islandia es un país que no deja a nadie indiferente. Si algo tienen en común los que llegan hasta estas tierras del norte de Europa, es por el deseo de volver; si se ha visitado en invierno, volver a ver los paisajes nevados en pleno verde; si la visita ha sido en período estival, ir en los meses más fríos para poder disfrutar de los paisajes nevados; no solo eso, sino ser testigos de alguna aurora boreal, si es que coincidimos con ellas.
Mi visita a Islandia ha sido durante el pasado febrero. Debo admitir, que este país no estaba entre mis preferencias para viajar, y mucho menos en invierno, con nieve y hielo. Hace unos años, tuve un pequeño accidente de coche llevando dos niñas de año y medio y cinco años en los asientos de atrás, en el tiempo que estuve viviendo en Reino Unido; aunque no pasó nada, aquello me enseñó lo traicionero que puede ser el hielo, y desde entonces, lo evito a toda costa.
Aún así, la posibilidad de ver auroras boreales y descubrir un nuevo país pudo más que la prudencia, y la verdad, no me he arrepentido en absoluto.
A pesar de que no pudimos ver las auroras boreales, he descubierto lo que es Islandia en sí durante los meses más fríos, y todo lo contado y leído sobre estas tierras han provocado unas ganas de volver terribles. Porque si algo tiene Islandia es una historia compleja, llena de cambios y contradicciones, que invitan a conocer todavía más su cultura…. Allá vamos.
Primera llegada de los vikingos a Islandia
La tierra de hielo o de nieve fue colonizada seriamente en el año 874 por los vikingos noruegos, que llegaron hasta aquí buscando nuevas tierras donde establecerse; hasta entonces, las tierras del norte eran consideradas peligrosas, o más aún, inhabitables, así que solamente algunos monjes galeicos llegaban hasta la tierra de hielo a meditar ocasionalmente. Fueron ellos los que hablaron al resto de unas tierras donde en verano el sol no terminaba de esconderse nunca, brillando incluso en las noches, y permitiendo seguir haciendo lo que uno quisiera a la vera de su luz.
La llegada de Ingólfur Arnarsson marcó un antes y un después; Islandia pasó a ser tierra de noruegos vikingos que llegaron junto al nuevo colonizador y empezaron una nueva vida en el sur de la isla, muy cerca de lo que ahora llamamos Reykavik.
Muchas cosas han pasado en la isla de hielo desde aquellos días; Islandia ha sido independiente con la llegada del Cristianismo, que trajo el rey Olaf Trygsvason durante su reinado; pero también ha formado parte de Noruega, y posteriormente, de Dinamarca. Fue parte de la Unión Kalmar desde 1397 hasta 1593, que unía Noruega, Suecia, Dinamarca e Islandia, cuando todavía era parte de Noruega. Solamente la llegada de la Segunda Guerra Mundial y un fuerte sentimiento independentista la separó de Dinamarca en 1944, permaneciendo independiente desde entonces.
Hambrunas y desastres naturales: el volcán Laki
La historia de estos lares va unida a la de su geografía y los fenómenos naturales que allí se desarrollan. Tú puedes llegar pensando ver esto y lo otro, y entonces tienes una tormenta de nieve que no te permite ver más allá de un metro por delante de ti, o te cortan las carreteras, o el viento se te lleva por delante; aquí te das cuenta del poder de la naturaleza y lo pequeño e insignificante que eres ante sus fuerzas.
Así se debieron sentir los habitantes de la isla en el pasado, cuando muchos fenómenos causaron hambrunas o diezmaron a su población.
Uno de los más famosos ocurrió en el 1783, cuando el volcán Laki o Lakagigar, al sur de Islandia, provocó una de las catástrofes que más consecuencias nefastas ha causado en la isla.
Situado en el pueblo de Kirkjubæjarklaustur, dentro del Parque Nacional de Skaftafell, Laki entró en erupción en el año que he mencionado anteriormente.
El volcán entró en erupción el 8 de junio del 1783, y durante 8 meses estuvo activo, hasta que en 1784 volvió a su estado inerte. Para entonces, 9000 personas y la mitad del ganado de la isla habían perecido. No obstante, el efecto de las cenizas y de los gases emitidos, como el ácido sulfúrico, que se expandió por sus campos de cultivo, llevó a una situación durante 3 años de hambruna, que hizo que muchos habitantes murieran de hambre, y diezmó la población en seis millones de personas, haciendo que el Gobierno danés considerase seriamente evacuar toda la isla.
Fueron veinte años los que la isla tardó en recuperarse de toda esta situación.
Islandia en la actualidad.
A pesar de haber sido uno de los países más pobres de toda Europa, Islandia es hoy por hoy uno de los lugares con mayor superávit, gracias a las buenas políticas económicas que se han ejercido durante las últimas décadas y a la diversificación de su riqueza (hoy en día, sus mayores ingresos no vienen de la pesca como antaño, sino del turismo y de la industria del aluminio).
El ser un político corrupto en esta isla no ayuda mucho, ni tampoco ser un mal banco, y así nos lo hicieron saber en el año 2008, con el no rescate de sus bancos. Islandia se convirtió así en un ejemplo para muchos ciudadanos de la Unión Europea, y puso su presencia en el mapa.
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