Estocolmo, qué ver.
Llego a Estocolmo con dos vuelos en German wings, escala en Hamburgo, que me llega al aeropuerto de Arlanda, que es donde vuela la compañía. Ya allí, me dirijo a la oficina de turismo, que será una de las pocas que voy a ver a mi paso por Suecia, donde una chica muy amable me advierte que con comprar la Stockolm Card para dos días, en lugar de 3, voy a tener suficiente, y la verdad es así, ya que si solamente vamos a ver el centro, estrictamente hablando, da para verlo. Otra cosa es que estemos hartos de ver museos y llegue un momento en que incluso con tiempo no tengamos ganas de ver nada. El pase para dos días, son 80 euros al cambio, e incluye 80 museos, el palacio real, otros palacios alejados del centro, descuentos para otras actividades, tren y autobuses gratuitos (de la compañía SL Stockolm Lokaltrafik), descuentos en el tren al aeropuerto y un tour gratis a pie por el centro. En general, es una buena opción para visitar la ciudad.
Para ir al centro desde el aeropuerto, se puede llegar en bus, tren normal o tren rápido. Yo opto por el tren rápido, que me cuesta 119 coronas suecas.
Llego al hostelling, cerca de la estación central, el Crafood Place, un agradable hostel por un módico precio de 25 euros por noche habitación compartida, donde pasare las siguientes 3 noches. El hosteling, se encuentra cerca del centro, esta muy limpio (como todos los alojamientos en Suecia, por lo que veré los próximos días), y sirve café gratis por las mañanas.
Para empezar, voy a visitar el ayuntamiento de Estocolmo, que es donde se hace la cena anual de la entrega de los premios Nobel. Para verlo, hay visitas guiadas, incluidas en la Stockolm card también, a todas horas en ingles, y cada ciertas en español y otros idiomas, así que para mayor comodidad decido hacerla en inglés, y una amable guía nos explica el por que de su construcción antigua, debido a la tendencia al romántico tardío que experimento Suecia a finales de siglo, y que hizo que su arquitecto intentase plasmar que el edificio era mas antiguo de lo que realmente era. Es curioso que el salon donde se celebra la famosa cena, donde caben 1300 invitados, no parece realmente un lugar donde celebrar un banquete de tales dimensiones, sin embargo lo es, solamente la gran escalinata por donde van a descender los premiados y la familia real, se construyo a conciencia pensando en los trajes largos y tacones que llevarían las senoras de la cena dicha noche, y en la incomodidad que representaría una caída en pleno descenso… que detalle!.
Sin embargo, no es lo único que vale la pena en el ayuntamiento sueco: la sala de plenos, el salon dorado, y otros detalles que nos va mostrando la guía, nos hacen ver la magnitud de un lugar que en general, carece de importancia en la mayoría de ciudades. Para terminar, las vistas al mar y la foto de la ciudad vieja son imprescindibles.
Sigo mi camino, y sin darme cuenta, termino en un area que no tiene nada que ver con la parte turística, y donde para mi asombro, descubro una Estocolmo igual de ordenada y con el mismo cuidado diseño que la no turística. Mi momentánea perdida, me lleva a el museo Fotografiska, que era una de mis metas en este viaje, y que cumple todas las expectativas. Las exposiciones actuales de Nick Brandt, con sus fotos de Africa del Este (la mayoría del parque Amboseli en Kenya), son de lo mejor que he visto en mi vida, así como la exposición de Inez & Vinnodh, es simplemente una muestra de creatividad que se sale de lo común. De mi visita a Estocolmo, ha sido lo que mas me ha gustado, junto con la ciudad en si.
Pero mi tour continua, a través de los canales y de sus barcos, llego a la antigua ciudad, llena de empedradas calles y de pequeñas tiendecitas, donde se encuentra el interactivo museo Nobel, donde por medio de pantallas, se pueden conocer todos los premiados, sus creencias, sus aportaciones a nuestras vidas, y ver quienes eran realmente. Cerca de allí, el Palacio Real me lleva a una época más antigua, y aunque esta muy bonito y muy cuidado, no me asombra tanto como el Moderna museum, donde Kadinsky, Picasso, Gris, y muchos otros, exponen en sus instalaciones en un ambiente de total libertad creativa contemporánea. Para terminar, una cena en un asiático, por 29,90 euros con agua y sidra incluida… mañana más.
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