Historias de Edimburgo
Edimburgo es una ciudad llena de historias y leyendas. Todas sus calles, plazas y casas tienen algo que contar…

Llegamos a la plaza de Grassmarket, uno de los puntos neurálgicos de la ciudad. La plaza fue en su día un mercado de ganado, donde se dejaba a los caballos pastando mientras se negociaba con ellos. Hasta ahí, todo bien. Sin embargo, con el paso del tiempo, y la llegada de los fanáticos de la horca, Grassmarket se convirtió en el lugar donde se hacían las ejecuciones públicas. En la plaza hoy en día podemos ver el “The last drop”, un bonito y moderno pub en la actualidad que en el pasado hacía sus funciones con los condenados a muerte, ya que la última voluntad de miles de ellos era un último trago, y aquí este lugar para servirles el último whisky.

Hoy en día, nada nos recuerda a su pasado, y tomar una sidra o cerveza en su interior resulta muy agradable, aunque hay colgado un cuadro con una vieja soga, que nos recuerda su pasado…

Junto a éste, vamos a ver otro pub, el cual nos podría parecer uno como otro, sino fuese por la historia que albergan sus paredes; y es que en este pub perteneció a Maggie Dickson, también llamada la “medio degollada», por su historia…

La historia de Maggie Dickson
Maggie nació en Musselburgh en 1702. Hija de unos pescadores, se casó con otro pescador, que la abandonó a los 3 años de matrimonio. Para esta fecha, Maggie ya vivía en Edimburgo, pero una mujer dejada por su marido no era la mejor situación sentimental para cualquier chica de su tiempo, así que decidió emigrar. Nuestra chica cogió sus bártulos y cruzó las murallas que entonces rodeaban la ciudad, dirigiéndose al sur. En Kelso encontró una posada donde consiguió un trabajo, y allí se quedó. La fortuna o el destino quiso que el hijo de los posaderos y ella tuviesen un romance, que terminó en un embarazo para Maggie, que ocultó durante meses su nueva condición. El niño nació muerto, y la madre se dirigió al río Tweed para deshacerse del cadáver del pequeño.
Quiso la mala fortuna que alguien la viese dejar el cuerpo inerte del pequeño junto al río, y la denunció.


Condena y ejecución de Maggie Dickson en Edimburgo
Las ejecuciones entonces se realizaban en Edimburgo, y constituían un gran festival. La ejecución de Maggie no fue menos. El delito por el que fue condenada a la horca no era homicidio, sino haber ocultado de las autoridades el nacimiento del niño, ya que había que registrar todos los nacimientos, y ella no lo hizo.
Aquél 2 de septiembre del 1724, todo estaba preparado para su ejecución, y Maggie fue ahorcada. Fuero sus vecinos de Musselburgh los que cargaron con el ataúd en la carreta para darle sepultura en su pueblo natal. Sin embargo, algo ocurrió. El ataúd empezó a moverse, y al abrirlo, la muerta salió.
La población estaba exultante: la muerta no estaba muerta e iban a tener dos ejecuciones en el mismo día. Los lugareños empezaron a prepararlo todo para volverla a ahorcar. Fue un joven abogado en la multitud el que detuvo a los entusiasmados escoceses: Maggie había sido juzgada y castigada ya por su falta, y no se podía juzgar y castigar dos veces a una persona por el mismo cargo.

Un bonito final…
Finalmente, la mujer fue liberada y ganó con ello 40 años de vida. Grassmarket ya no la abandonaría, pues fundaría el pub que ahora lleva su nombre, y allí serviría tragos a los otros condenados. Sentimentalmente, se dice que terminó casándose con el abogado que alzó la voz en su defensa: quién sabe.
También se dice que se salvó de morir porque era amiga del verdugo, que no hizo el nudo lo suficientemente resistente.
En definitiva, Maggie tuvo 2 vidas, y su pub nos recuerda a los demás que todo es posible en este mundo… hasta resistir el peso de la horca.
