Uno de los lugares que más nos gustó de nuestra visita a Bhukara en Uzbekistán fue la madraza de Mir-i Arab. La madraza la podemos encontrar al llegar al centro de la ciudad, donde en una plaza grande con un estanque, la encontraremos. El entorno no puede ser más idílico; el estanque al fondo y la madraza al lado opuesto flanquean todo el perímetro, mientras una zona central, siempre llena de niños jugando y de gente sentada nos observan al pasar. Este es el lugar de reunión de muchos lugareños.
Historia de la madraza de Mir-i Arab
Esta madraza estaba destinada a ser una mezquita, pero el visir al verla terminada no la vió como tal, y pasó a ser una madraza. El nombre se debe al emir que la mandó construir, en el siglo XVII.
La madraza se construyo al mismo tiempo que el juanacó de Bhukara.
La Leyenda de Mir-i Arab
Cuenta la leyenda que un día el visir decidió regalar unos pendientes a su mujer. Cuando ella los vio le preguntó si solo eso era su regalo, sin darle las gracias. Pasaron dos años, y ella se enteró de las construcciones de la madraza y del juanaco. Inmediatamente, la esposa buscó al emir para preguntarle el por qué le había regalado solamente unos pendientes siendo que tenía dinero para construir una madraza. Él entonces le dijo que mirase en su armario, donde ella encontró solamente un pendiente. La moraleja es que el emir había pagado toda la construcción solamente con uno de los pendientes
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