Viaje a Edimburgo en Escocia
Qué ver en Edimburgo, parte 1
Historia de Edimburgo
La historia de Edimburgo se encuentra repleta de brujas y herejías, de cementerios donde pasear y encontrarte con un fantasma, pero, sobre todo, de cultura, de escritores afamados que en su día colocaron a Escocia como referente intelectual, de universidades aclamadas en la Europa Renacentista, y de una gente que, pese a ser parte de Reino Unido, son Escocia, otro país. Con todos vosotros, las historias más curiosas de Edimburgo, y lo que nos hemos llevado en nuestra memoria de esta ciudad, una de las más bonitas de mi patrimonio viajero.
¿Dónde está Edimburgo?
Edimburgo es una ciudad escocesa, la segunda más grande siguiendo a Glasgow, que procede de un antiguo fuerte, el fuerte de Eydin (Din Eydin). La ciudad fue fundada como tal en 1.018 por el rey Malcom II, y desde entonces hasta ahora, las murallas que la rodearon durante siglos han tenido mucho que contar. Hoy por hoy, la ciudad se divide en la old town, donde está el castillo y todos los vestigios de su época medieval, y la new town o ciudad nueva, donde la Ilustración dejó una ciudad completamente diferente a la Edimburgo que se conocía desde entonces.
Visita a la «old town» o parte antigua de Edimburgo
La old town, estuvo rodeada por murallas durante siglos, para proteger a la ciudad de los ladrones y bandidos. En la Edad Media, la ciudad donde ahora viven 20.000 personas, vivían 80.000, por lo que el espacio era algo limitado y las condiciones higiénicas escasas.
Esto hacía que el vivir dentro de las murallas fuera difícil, pero mucho más difícil era salir fuera, donde las posibilidades de vivir eran escasas. Para evitar que llegase más gente a vivir en la ciudad escocesa, se impuso un canon de entrada y salida bastante alto, y ello impidió la llegada de nuevos vecinos, pero también, que para muchas personas de los siglos XIII y XIV, las murallas fuesen el fin del mundo, ya que muchas de ellas, jamás tendrían los ahorros suficientes (ni las agallas), para dejar la ciudad.
Por esta razón, los “rascacielos”, empezaron a ser algo habitual en este espacio de tierra, donde el actual ayuntamiento, por ejemplo, nos muestra 4 alturas por la parte de la Royal Mile, la principal arteria de la old town, pero, realmente tiene 11 alturas en total.
La ciudad, tuvo innumerables alturas y también subterráneos, que, finalmente, se tapiaron para evitar que la peste negra siguiese su curso año tras año. A pesar de lo que se ha dicho en numerables ocasiones, los subterráneos de la ciudad se tapiaron, pero sin la presencia de gente infestada por la peste dentro. los escoceses de antaño, eran brutos, pero no tanto!.
El callejón de Mary o Mary kind’s Close
La mejor manera de conocer los closets o antiguos callejones es compartir una visita al callejón de Mary King’s close; muchos lo asocian con fantasmas y espíritus del pasado; para nosotras fue una visita super interesante que nos enseno muchas cosas de la vida pasada en la ciudad y de su historia. Repetiría seguro. Más información en su página web Home – The Real Mary King’s Close Edinburgh (realmarykingsclose.com)
La Royal Mile en Edimburgo
Cualquiera que visite Edimburgo, va a oir constantemente de la Royal Mile, y se preguntará; qué es? La Royal Mile es el camino que comunica el castillo con el Palacio de Holyrood. En total, mide 1,814 km, más o menos una milla, de ahí su nombre. Ella, encontraremos algunos de los lugares y personajes clave de la visita a la capital escocesa.
Paseando por la Royal Mile llegaremos a uno de los puntos de castigo en la Edad Media.; aquí normalmente solo se recibía un castigo ejemplar. El lugar de ejecuciones está ubicado en la Royal Mile también, pero más cerca del castillo.
La iglesia de St Giles de Edimburgo
También la Iglesia de St Giles, una iglesia preciosa con grandes vidrieras de colores. Allí también, vamos a ver un taburete, como símbolo de la revuelta que allí se vivió el 23 de julio de 1637. En aquél entonces, la Iglesia anglicana buscaba su hueco en la Escocia de la época, a raíz de la coronación de Carlos I, pero los escoceses son presbiterianos, y aquél día, el obispo cambió su ritual habitual por el anglicano. Jenny Geddes, una de las parroquianas, no se lo pensó dos veces, y agarró su taburete y lo lanzó al obispo impostor. Lo que no sabía ella, es que ello daría lugar a una revuelta no solamente en St Giles, sino en toda Escocia, dando lugar a la primera de las guerras de los Tres Reinos. En St Giles, lo encontraremos cerca de la entrada.
La tumba de John Knox en Edimburgo
Otro de los clásicos en St. Giles es la estatua de John Knox, considerado el padre del presbiterianismo, y líder de la reforma protestante en Escocia. Este personaje, tan querido como odiado, pidió ser enterrado y que no se le trasladase en el cementerio que antaño reinaba detrás de St Giles. Así, aunque el cementerio mudó a mejores y más higiénicos parajes, su tumba permaneció allí, y hoy por hoy, se encuentra en la plaza número 23 del parking. Curioso destino…
El corazón más famoso de Escocia
En St Giles, cerca a la Royal Mile, tenemos el lugar más sucio de toda Edimburgo (mejor dicho, el único, porque la ciudad está muy cuidada). Se trata del enorme corazón de piedra en el que hay que escupir, si se quiere volver a Edimburgo, aunque realmente, la costumbre es escupir viene del rechazo de los ciudadanos hacia los elevados impuestos que antaño se pagaban.
El corazón se llama “The Heart of Midlothian”, y marca el sitio exacto donde estaba situada la prisión real, del siglo XV al XIX, donde se ejecutaba a los escoceses y delincuentes comunes.
Paseando por la Royal Mile, vamos a encontrar también las estatuas de David Hume, el gran filósofo y el padre de la Economía Moderna, Adam Smith, también escocés.
Para finalizar: El legado de Escocia a la educación
Y es que, si por algo se ha caracterizado Escocia, es por lo avanzado que ha estado su nivel educativo en muchos aspectos. La escolarización fue obligatoria en Escocia desde el siglo SVI, siendo el nivel de analfabetismo solamente del 15%, algo impensable en aquellos lejanos días. Frente a las dos universidades que Inglaterra poseía en aquellos tiempos, Escocia podía presumir de tener varias.
Tuvo que ser Walter Scott, un abogado del siglo XVIII, el que dejase sus oficios legales y se dedicase a escribir la historia de su país, para demostrar quién eran, realmente, sus gentes.
Por aquél entonces, los Highlands eran los pobladores de las Tierras Altas escocesas, a los que se clasificaba de paletos, pelirrojos, y todo menos listos. Scott consiguió con su pluma cambiar la visión de sus compatriotas del norte, y que dejasen de ser el objeto de risa de la gente del sur. Walter Scott, como muchos otros, pusieron su granito de arena en la construcción del nuevo país unido que llegó con George IV, con la máquina de vapor de Watts, el padre de la economía Adam Smith, la contribución años antes de Darwin, y en las expediciones, el Doctor Livingstone, uno de los grandes exploradores de todos los tiempos.
Sin duda, ni la mano invisible que dirige la economía, ni las cataratas Victoria de Zambia y Zimbabwe, serían lo mismo sin este grupo de escoceses que se empeñaron en cambiar el mundo.
Más información sobre la casa del Dr Livingstone Museo Casa Natal de David Livingstone (hmn.wiki)
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