Khajuraho significa “Kajur” en indi. Situado en el norte de la India, el estado de Madhya Pradesh, esta ciudad de naturaleza y pausa con tanto bullicio indio es Patrimonio de la Unesco hace ya tiempo, concretamente desde 1986.
A pesar de haber sido lugar de peregrinaje en siglos pasados, en la actualidad muchos viajeros llegan hasta allí para visitar los templos jainistas e hinduitas que pueblan su territorio. Sería durante la dinastía Chandela, en los siglos X y XI, que muchas esculturas eróticas representando escenas del Kamasutra se esculpirían en los templos. La razón de que se esculpieran fue de protección. Aunque pueda parecer que va a ser lo típico de “te lo tienes que imaginar” pues no, no hay que imaginar nada, están bien claritas las imágenes y lo que representan.
Historia de los templos de Khajuraho
En total había 80 templos. La ciudad tenía muralla y se encontraba bien defendida, ya que la dinastía Chandela era muy poderosa en sus tiempos. Con la llegada de los mongoles los saqueos a los templos y las guerras en esta zona acabaron con muchos de ellos. Por suerte, la vegetación salvó muchos de ellos, y todavía nos quedan 22 templos para visitar, además, en bastante buen estado. Casi todos son hindúes y tienen diseños que combinan geometría y elementos simétricos
Los templos permanecieron ocultos por mucho tiempo, hasta que un capitán inglés llamado I. S. Burt los descubrió en 1838.
Los templos eróticos de Khajuraho en el norte de la India
Visitar los templos de Khajuraho en India
Desde Varanasi, decidimos ir a Khajuraho, para hacer después otra parada en Jhansi, y desde allí dirigirnos a Agra, fin de la mitad de nuestro viaje.
Nuestra aventura para llegar a Khajuraho…
Cómo pasamos una reserva de tigres con un conductor colocado que se dormía al volante en mitad de la noche
Viajar a la aventura tiene partes positiva y negativas; positivas que te encuentras con aventuras inesperadas; la parte negativa es que también a veces te toca rezar. Así fue en nuestro caso la aventura de llegar a Khajuraho desde Vanarasi. Aunque habíamos visto que había autobuses que te llevaban haciendo escalas, teníamos que perder varios días, y como no estábamos gastando mucho, y no nos queríamos perder Khajuraho, decidimos contratar un coche con un conductor. En el mismo Vanarasi entramos en una agencia de viajes, que inmediatamente nos puso un conductor y un coche para que llegásemos aquella misma tarde a nuestro destino final.
El señor, muy correcto y amable, inició el viaje con nosotras. Debo decir que el paisaje que vimos aquella tarde todavía permanece en mi memoria, ya que fuimos testigos de la verdadera India; disfrutamos de una zona de arrozales preciosa, hasta la caída del sol.
A punto ya de anochecer paramos para que nuestro chófer descansara un poco. Aquí nos vino el problema, ya que el amigo nos dice que se va a comprar hojas de Betel; el camino se está alargando, va a conducir por la noche, y tiene que aguantar.
El paan, como se le llama genéricamente a las hojas de betel en Asia, es una droga blanda bastante utilizada en toda Asia, y que caracteriza porque les deja manchas en los dientes, que termina con el paso del tiempo destruyendo. Es bastante fácil encontrarse tanto hombres como mujeres masticando paan en la India.
Nuestro viaje, a partir de ahí cambió. Dejamos la civilización, y llegamos a la zona del parque natural de Panna, caracterizado por la existencia de tigres en toda el área. En este punto, nuestro guía llevaba un colocón que no tenía nombre, el coche iba de un lado a otro de la carretera; yo iba sentada delante con él, e íbamos sin luces, para no atraer a los tigres. En un momento del viaje, Bea me sugiere que le dé un empujón, lo tire del coche y coja yo el volante. La idea no me convence, ya que nunca había conducido en ese momento con el volante a la izquierda y a saber adónde íbamos. Así que seguimos…
Finalmente, llegamos a Khajuraho a altas horas de la noche, y de allí, buscamos un hostel para dormir y deshacernos del conductor, que estaba empeñado en llevarnos en día siguiente a Jhansi. Por suerte, el propietario de hotel, un chico joven al que de inmediato bautizamos como Xavi (ya que su nombre sonaba parecido), nos ayudó a deshacernos del chófer y se convirtió en nuestro héroe durante los días que estuvimos viendo las ruinas de los templos.
Khajuraho en la India, en casa de la prima de Xavi haciéndonos un tatoo de henna
Nuestro protector Xavi, resultó tener una prima al lado del hostel que hacía tatuajes de henna, así que allí que nos fuimos, a casa de la prima de Xavi. Aquello fue una de las mejores experiencias del viaje: el poder estar en una casa particular, con su prima y hermanas, y escuchar la historia de su vida, y de cómo viven las mujeres en la India.
Khajuraho es un lugar precioso en la India, no solo por los templos, que son increíbles y tienen muy buen estado de conservación en general, sino también porque pese a ser turístico, no lo es ni de lejos como otros lugares de la India. De hecho, acude mucho turismo indio. Esto nos hizo tener más contacto con sus gentes del que habíamos podido tener en Vanarasi, o en Agra.
Cuando empecé a viajar, hacía ya mucho tiempo que quería hacerlo, pero no sabía cómo ni cuándo. Solamente un pequeño empujón hacia Laos, y mi destino estaba claro: mi vida era viajar… con el tiempo, me he dado cuenta de nada te aporta tanto, te enseña tanta humanidad y te otorga tanta comprensión, como el viajar. Cada viaje te acerca a una cultura y personas distintas, pero que al final, son tan humanos como tú. Los viajes son una lección de vida, así que cuando empieces, no volverás a ser la misma persona, no lo olvides…
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