Por qué siempre digo que hay gente buena en el mundo
Mi primer viaje a China y mi primer experiencia sola
Corría el año 2.006 cuando por primera vez me embarqué rumbo a China. En aquél entonces, visité la parte norte, que comprendería Beijing, Xi’an y finalmente el Tibet, seguramente la más hermosa e inexplorada, al menos por aquél entonces. Aunque ahora, 10 años después, no estoy tan segura de que siga siendo tan inexplorada.
Si me tuviese que quedar con algún detalle de aquél viaje, me quedaría con lo diferente que fue cada lugar, por las emociones que allí viví, y por sus gentes: aquél viaje fue mi primer contacto con la cultura china, y me enseñaron una lección muy importante que nunca se me ha olvidado: y es que las personas somos personas en cualquier lugar, y en general. la naturaleza humana no es tan mala como nos la pintan, y allá donde viaje el viajero, se va a encontrar con gente que le va a ayudar en su viaje.
Mi primer contratiempo viajando sola
… y cómo una pareja de chinos jóvenes me ayudarían a resolverlo
Nunca olvidaré mi último día en Beijing, donde volvía sin apenas dinero en efectivo, y me dirigí por la noche a un hostel, que al llegar me encontré habían cerrado.
En ese momento, no sabía dónde estaba, no habían cajeros cercanos y eran las 23 pm de la noche; no había nadie en la calle y todos los comercios, si es que los habían (estaba todo oscuro), estaban cerrados.
En ese momento, un coche con una chica y un chico se me acercaron y me empezaron a hablar en inglés. Mi inglés en aquél momento era bastante limitado. Finalmente, a base de señas, entendí que lo que querían era me subiese con ellos.
La cantidad de pensamientos que cruzaron por mi mente no se puede expresar con palabras: qué era lo que querían, mira que si me roban, y encima mi móvil sin funcionar todo el viaje (en aquellos entonces la tecnología no estaba tan avanzada como ahora y en algunos países los móviles no te daban señal… en fin de todo pensé.
Qué hacer ante esta situación…
Pero estaba sola, no tenía donde ir y ni siquiera tenía dinero para pagarme un taxi y pensé: «mira, si me roban la maleta, menos peso de vuelta, y como dinero no llevo, poco pueden hacer». Así que me subí con ellos. Ya en el coche, y con mucha paciencia, esta buena gente me explicó que me habían notado apuraba, y como sabían que había otro hostel cercano me llevaban a él.
Cuando bajé del coche, no pude menos que abrazarlos, por la ayuda que me habían prestado.
Pues así son los chinos: uno no les entiende, se enfada con ellos porque no saben estar, porque a veces van a la suya y tropiezan con todo, porque la conservación del patrimonio nada les importa, pero luego son una risa de personas, voluntariosos, divertidos e imprevisibles.
Bienvenidos a la China que conocí en el año 2.006, cuando apenas empezaba a viajar… Esta experiencia me ayudó mucho a descubrir que siempre, siempre, hay gente buena en el mundo, dispuesta a ayudar como seguramente tú lo harías con un turista en apuros… ¿A que sí?
Cuando empecé a viajar, hacía ya mucho tiempo que quería hacerlo, pero no sabía cómo ni cuándo. Solamente un pequeño empujón hacia Laos, y mi destino estaba claro: mi vida era viajar… con el tiempo, me he dado cuenta de nada te aporta tanto, te enseña tanta humanidad y te otorga tanta comprensión, como el viajar. Cada viaje te acerca a una cultura y personas distintas, pero que al final, son tan humanos como tú. Los viajes son una lección de vida, así que cuando empieces, no volverás a ser la misma persona, no lo olvides…
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