El Dr. Livingstone supongo…
Ujiji en Tanzania, el lugar donde Stanley encontró al Dr. Livingstone.

Muchas historias podrían contarnos los árboles de la ciudad de Ujiji si pudieran hablar. A orillas del lago Tanganica, Ujiji se levanta como la ciudad más antigua al oeste de Tanzania. Aquí fue donde Richard Burtun y John Speke llegaron en 1858, aunque probablemente, Ujiji es más famosa por la historia del Dr Livingstone y su encuentro con el periodista Stanley el 10 de noviembre de 1871. Fue entonces cuando Stanley, que llevaba meses buscando al explorador y misionero escocés, consiguió encontrarlo; tan cansado y exhausto estaba Stanley, que solo alcanzó a decirle, “¿El Dr. Livingstone supongo?”)

Hasta aquí llegamos procedentes de Kigoma, también en Tanzania, donde el barco Mv Liemba nos ha dejado el día anterior. La intención de detenernos aquí era precisamente llegar a este emblemático lugar donde Livingstone y Stanley se encontraron.

Tomamos un autobús local, donde para variar, somos los únicos mzungus del vehículo. Ujiji es un pequeño pueblo africano, que según las estadísticas de 1978 tiene 51.000 habitantes; quién sabe los que tiene ahora. Una de las cosas que me encantan de los pueblos africanos que conozco es que la vida se hace en la calle, y no podía ser menos en este lugar, donde la vida gira entorno al Lago Tanganica, que les da su alimento y constituye el sustento económico de casi toda su población.


La gente sonríe, no es habitual ver a 5 extraños ataviados con ropa que parece sacada de los almacenes de Coronel Tapioca merondeando por estos lares: llevamos el cansancio de casi 3 semanas de viaje, sino más, y es la primera vez que hemos podido llamar a casa después de dos semanas, cuando la señal del teléfono se interrumpió.

Llegada al memorial del encuentro del Dr. Livingstone y Stanley.
Encontramos un viejo cartel escondido en la calle de barro seco que nos indica cómo llegar al museo memorial del Dr. Livingstone, y hasta allí nos encaminamos. El lugar no tendría mayor trascendencia sino fuera por el valor histórico que los admiradores de Livingstone le concedemos: dos mangiferas o árboles de mango dan sombra al monumento gris que recuerda el punto exacto del encuentro. “El agua del lago antes llegaba hasta este punto, ahora está a varios cientos metros de aquí”, nos explica el cuidador del museo. Algunos dibujos y cuadros quieren recordar el tráfico de esclavos que esta zona presenció en el pasado. También algunos pintores locales han dejado su huella aquí, con pinturas del conmemorado encuentro.


Aunque el lugar no tiene mucho más que decir, esta orilla del Tanganica es toda una muestra de lo que es la vida para todos aquellos que viven a sus orillas; nos quedamos un rato viendo a los lugareños trajinar: unos pescan, las mujeres salen a limpiar sus cacharros antes de irse a cocinar para la familia… un lago vivo, lleno de historias, que de seguro no vamos a olvidar….




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