
Después de Kuta, llegamos Ubud, a la ciudad más concurrida de todo Bali por los turistas. A pesar de estar a tope de australianos (es su principal lugar de vacaciones), Ubud tiene un encanto especial. Lo ideal para ver la esencia de Ubud, es poder alquilar una moto o bici y perderse por los alrededores, que se encuentran llenos de campos de arroz. Allí es posible enrolarse en una clase de cocina balinesa, hacer yoga, practicar meditación, y sobre todo darse un buen masaje en cualquiera de las muchas tiendas donde chicas amables y simpáticas lo ofrecen a todo el que le apetezca. Además, el Santuario de los Monos, en el centro de la ciudad, ofrece una curiosa reserva de naturaleza y de macacos, que seguro os gustará. Allí también se encuentra el museo de Miguel Blanco, un español llegado a Bali, y que fue una especie de Dalí en tierras indonesias.




Como curiosidad, nos metimos en una casa local para que nos hiciesen un masaje, y resultó ser un quita-demonios, que a Bernat le ha quitado el dolor de espalda por mucho tiempo, y a mi me ha quitado según él, el mal de ojo que me habían echado. Toda una experiencia. Como hoteles, sin dudarlo el Krisna House, y el mejor restaurante que hemos estado en Bali: el Ibu Rai Bar, una comida impresionante…. Os dejo fotos… y la tarjeta del santero, por si alguien quiere ir.




Las calles, siempre caóticas y a veces intransitables, presentan muchos lugares donde esconderse y disfrutar de la paz y tranquilidad que Bali nos prometía…
Comentaros también que es posible hacer yoga y meditar en muchos lugares. No vale la pena que reservéis nada desde España. Contratarlo allí cuesta hasta 3 veces (o más), menos que hacerlo desde casa. Lo mismo con el transporte. Un coche privado de Kuta a Ubud nos costó unos 15 euros o menos, aquí el precio es hasta 40 euros.

