Crónica de Kisoro y Parque Nacional Queen Elisabeth.
Estos días han sido un poco duros:
El 17 partimos a las 6 de la mañana en un bus rumbo a Ruhenheri, desde donde tomamos un mini bus hasta la frontera con Uganda. este ultimo, por supuesto, no salió hasta que estuvo lleno a reventar, como suele ser habitual en Africa.


Ya en la frontera, topamos con las típicas costumbres africanas, de colarse todo lo posible en la cola de inmigración. El problema viene cuando la «muzungu», en este caso, yo misma, adquiere uso de las costumbres, y también se cola con todo su morro. Parece que no les sentó bien. Una vez pasados al ultimo país de nuestro viaje, nos encontramos con un pueblo perdido, donde los niños nos miran con curiosidad y nos rodean (por supuesto, pidiendo dinero, cámaras, bolis, etc), y de donde nos toca volver, maleta a la espalda, para encontrar un taxi o algún medio de transporte que nos lleve al primer pueblo civilizado, Kisoro. los taxistas, viendo que no tenemos con que ir, intentan sacarnos el máximo dinero posible, hasta que la aparición de un minibus de giris (y el consiguiente peligro de perder a sus clientes), hace que decidan que quizás es excesivo lo que piden.
Finalmente, subimos con un chaval bastante majo, que resulta tiene un pequeño hotel en Kisoro que no esta nada mal, ni de limpieza, ni de precio, ni de comida.
La entrada a Uganda se ha notado desde el principio en nuestro presupuesto, que cada vez era mas escaso. Aquí se puede comer y dormir a unos precios razonable, y el visitar los parques naturales del país no supone un gasto tan alto como sus cercanas Zambia y Ruanda. Además, los paisajes son muy parecidos a los ya vistos en Ruanda, es decir, valen la pena.
Kisoro es un pueblo cercano a la frontera, donde llegan la mayoría de turistas con el fin de visitar los parques de gorilas de montana que hay cerca de dicha localidad. Sus gentes, parecen encontrar divertido que haya gente dispuesta a «pagar» por ver aquello que ellos consideran tonto e innecesario, pero así somos los muzungu. Además, el pueblo tiene en sus cercanías un lago que se caracteriza porque las boas (si, serpientes), acuden en masa allí para criar. Por supuesto, vamos a verlo, aunque por suerte para las que no nos gustan demasiado estos bichos por la tarde no salen, solo por la mañana, por lo que nos podemos permitir ver el lago sin su presencia. En Kisoro nos salimos de la tónica habitual: no nos interesan los chimpancés, ni los gorilas, solo queremos ir al Queen Elisabeth, que es el parque mas grande de Uganda, a ver leones.



Para ello, contratamos una «excursión» con los del hotel, que aunque nos sale en principio mejor que con un tour operador de los que operan por internet, nos termina saliendo mas caro de lo previsto, debido a que somos victimas de los típicos timos africanos: por la noche nuestros guías roban la gasolina para poder venderla, y así sacarse un dinero, pero prefiero no pensar en ello.

El Queen Elisabeth es un parque que ocupa una gran extensión, teniendo entre sus dominios el lago Edward y el Albert, así como el canal que une ambos lagos. Pasar por el parque, supone encontrarse con la típica vegetación de sabana, donde viven leones, leopardos , elefantes y otros, y pasar por parajes con vegetación tropical, donde los babuiínos son lo mas abundante, así como otro tipo de simios parecidos (no gorilas). Existen zonas donde es normal que los leones trepen por los arboles, pero no conseguimos ver a ninguno, y luego, ya en la península donde están los alojamientos para los visitantes del parque, nos enteramos con que los hipopótamos pueden alejarse incluso cuatro kilómetros de la orilla del lago, lo que supone un peligro para los que acampan fuera de las guest house.



El parque, aunque es muy bonito en cuanto a paisajes, no posee la cantidad de animales que puede tener uno cualquiera de Tanzania o Kenya, y eso se nota al día siguiente, cuando multitud de coches de turistas casi nos pegamos por ver a lo lejos a un león, escondido entre la hierba. Mas tarde, nuestro guía, se acerca cuando todos se han ido a unos 3 metros del animal, descubriéndolo dormido después de haberse zampado a una gacela: la había dejado en los huesos.

Leave a reply