Por qué viajar es mi pasión…
Mujeres que viajamos solas….
Muchas veces, amigos y conocidos, me han preguntado el por qué me gusta tanto viajar; qué es lo que tiene viajar que hace que en lugar de tener hijos, y dedicarme a descansar cuando tengo tiempo libre, me pase la vida mirando vuelos y posibles conexiones para llegar a dónde quiero ir.
No me extraña. Seguramente, si en algún momento de mi vida, las cosas no hubiesen sido distintas, y nadie me hubiese llevado a Laos y Tailandia con la mochila a cuestas, a mi también me resultaría extraño que alguien prefiriera estar con la mochila a cuestas, durmiendo en hostellings y compartiendo habitación, cuando viajo sola, más que estar cómodamente sentada en el sofá.
Por eso, a continuación voy a enumerar algunas de las cosas con las que me he encontrado en diferentes países, y que hacen que viajar, después de mi familia, sea mi siguiente prioridad:


Lo que he ido encontrando por el camino…..
- En Bangkok encontré caos, tráfico, chinos, asiáticos, todo mezclado con olores y aromas que me eran desconocidos, Además, Bangkok me enseñó que se comía en la calle, y que además, estaba bueno!
- Un país desconocido para muchos, y que no se suele incluir en ningún viaje organizado. El que llega allí, es porque ya conoce más lugares de Asia, pero nunca se incluye como primer destino asiático… lo más importante que me ha enseñado Laos ha sido que existe gente sin maldad. Gente humilde, que no tiene nada, pero que tiene mucho más que todos nosotros, porque tienen valores, a su familia, y a su religión.
- A lo largo de los años, he ido viendo se puede viajar tranquilo por tu cuenta, y no es tan peligroso como nos venden, pese a la cultura del miedo que tenemos. Conozco a mucha gente que antes de viajar, miran las noticias y las recomendaciones estatales, para decidir si ir o no. O que viajan en un paquete para “asegurarse” de que nada les va a pasar.

Vivir en sí es un riesgo, salgas de viaje, o te quedes en casa. Es más, siempre será más fácil atacar un autobús repleto de turistas, y se sacará más provecho de hacerlo, que no atacar un autobús local, en un pueblo perdido, y lejos de los focos turísticos. Hace 2 años, estuvimos en Addis Abeba; nuestro hotel estaba en una zona típicamente etíope, lejos del centro turísticos. Os puedo decir que estuvimos totalmente tranquilos hasta que llegamos al centro, donde a mi marido le intentaron robar, en plena calle, y en nuestra propia cara. Increíble.

- La educación y el respeto, no tienen nada que ver con el nivel educativo o cultural, sino que es algo que viene con la esencia de las personas. En Laos, por ejemplo, era común que nos cediesen los asientos de autobús, pese a mucho que protestáramos. Allí éramos forasteros y había que ser atentos con nosotros.
- La religión y el concepto tan diferente en las diferentes culturas ha sido un gran descubrimiento para mi. Siempre había escuchado, que en Italia y España éramos muy católicos, pues bien: a lo largo de mis viajes he visto lo que es la verdadera religión, aquella que no se exhibe delante de los demás, sino que se demuestra con hechos. También la enorme paz que religiones como el budismo, expanden a su alrededor.
- La gran cantidad de frutas exóticas que hay en Asia, que jamás había visto y que resultaron ser muy sabrosas. Allí conocí el durian, la fruta del amor-odio, el rambután, mi favorita, y el mangostee, que también está en mi lista de prioridades.
- Yo he sido siempre una rara para las comidas, que no comía nada, y todo me parecía extraño… hasta que comencé a viajar. Como dicen, “a buen hambre no hay pan duro”, cuando llegué a Tanzania, era pollo o pollo en muchos sitios; fanta de naranja o fanta de naranja en otros, y té o té en lugar de café. Así que poco a poco, he aprendido a comer cosas diferentes y he enriquecido la alimentación (PD: ahora parece que la comida que menos me gusta es la nuestra).
- Me siento una gran afortunada por haber visitado Siria y sus gentes en el 2.007, antes de que todo el actual conflicto hubiese empezado. Siria, ha sido uno de los mejores viajes de mi vida, y me siento una afortunada por ello. Si algo recomendaría a los que me leen, es visitarla en cuanto se pueda, ya que es una auténtica preciosidad de país.
- Cuando se viaja sola/o, la gente piensa que vas a sentirte solo, pero nada más alejado de la realidad. Viajar por tu cuenta, hace que conozcas a mucha más gente, y no solo eso, sino esas amistades suelen perdurar en el tiempo, ya que al ser gente que viaja, terminas por mantener el contacto. Mi opinión es que todo el mundo debería viajar al menos una vez en la vida por su cuenta, para saber lo que se siente y sentirse mejor consigo mismo.

- Allí aprendí que todavía existe gente sin maldad. Personas humildes que te miran y sonríen, que se extrañan de ver a gente con pelo en los brazos (como en el Tíbet), o niños que se amontonan a tu alrededor cuando llegas, porque nunca han visto a un Mzungu (blanco), como nos pasó al pasar a Burundi, después de la guerra civil. Estas experiencias, hacen que cada día crea más en la gente y en su buena voluntad.
- No sería justa, si no incluyese como gente de buena voluntad a los chinos: si, son como son, hay que darles de comer aparte, pero son buena gente. Puedo decir que más de uno me ayudó en mis desventuras a través de este vasto país, y es por ello, que nunca dejaré de ayudar al chino que se cruce en mi camino.
- Como muchos de nosotros, me he pasado media vida estudiando inglés, pero a la hora de la verdad, en los lugares remotos, de poco sirve, y los gestos y señales, son el idioma universal. En Yunnan, China, aprendí que la mejor opción para comer y que medianamente te guste, era pasar a la cocina, señalarle a la cocinera qué querías comer, y ya estaba! Ni inglés ni cuentos chinos!.
- Viajar engancha… y mucho. Todavía no he encontrado nada en la vida que provoque tanta ilusión y que me mantenga tan vida. Una de las mejores cosas que me han pasado en la vida ha sido el poder conocer a gente de otros países, con otras culturas, que luego son totalmente iguales a nosotros en muchas cosas. Conocer otras culturas te abre la mente de una forma inimaginable, y por eso creo que luego, una vez viajas, ya no puedes volver y quedarte en tu pequeño pueblo como si nada hubiera pasado, porque ha pasado, has evolucionado, y ahora, ya nada es igual…. Eres ciudadano del mundo…
mis razones para viajar son conocer nuevas culturas y sobretodo tener muchas experiencias
También son las mías, Abbie, al final, te das cuenta de que las personas somos todos iguales, seamos de la cultura que seamos. Un saludo!