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Dublín

Dublín, fin de semana de cumpleaños.

 Dublín.

Dublín nunca estuvo en la lista de mis prioridades para visitar, pero curiosamente, ya llevo dos viajes, el primero en el 2.009, y ahora mi segundo viaje, y debo decir, que es uno de los lugares donde más me he divertido de todos mis destinos.

 

 

Esta vez, la excusa era el cumpleaños de Bernat, y como por trabajo, hacía ya 3 años que no lo celebraba con él, decidí darle una sorpresa; el sábado pasado, le hice levantarse como si fuese a trabajar, y ya entonces, le dije que nos íbamos… En pocas horas, estábamos ya en Dublín, con el check in hecho, y desayunando en una cafetería cercana al hotel, desde donde nos dirigimos a sentir la experiencia Guinness, uno de los deseos de Bernat. Aunque no soy muy fan de las fábricas de cerveza, después de visitar algunas, debo decir que ésta es la que más me ha gustado, no solamente por lo que es la visita, didáctica a más no poder, sino porque solamente el edificio, vale la pena. Desde ver cómo se hace la cerveza, experimentar por ti mismo cómo debes de servir una Guinness (diploma de acreditación de regalo), cómo debes beberla, y todo lo relacionado con la marca, es divertidísimo. Después, subir a la terraza del edificio y disfrutar allí de tu birra, observando la panorámica de la ciudad, no tiene precio. Desde allí, que mejor que visitar el centro de la ciudad e ir al Temple bar, donde los sábados hay conciertos de música desde el principio de la tarde. Hay muchos bares en toda la ciudad con concierto ya desde principios de la tarde. Para comer, recomendaros el «The Quays Temple bar«, donde probamos el asado de ternera típico irlandés, y estaba buenísimo. También para comer o cenar, el restaurante «The old storehouse«, cerca del anterior, sirve el mismo asado, también con cordero, y se puede comer en la parte superior, mientras escuchas el concierto de turno.

Una visita  a la capital de la Guinnes, no estaría completa si no pudiésemos tomarnos alguna en un pub, y el «The bleeding horse», cerca de nuestro hotel, es el elegido, con una música tan genial que nos cuesta retirarnos… Lo bueno de Dublin, es que al igual que Inglaterra, es fácil beber una sidra de pera… que gusto!

 

Segundo día en Dublín. Para hoy, vamos a ver todo lo relacionado con U2, el grupo preferido de Bernat, y Peter, nuestro guía, nos viene a buscar al hotel. Peter hace que nuestro día sea uno de los más entrañables y más bonitos en mucho tiempo para los dos. Aunque no soy fan de U2, me gustan mucho, pero después de visitar el pequeño museo, donde hay objetos donados por ellos, los lugares donde se reunían para componer, ir en tren la casa de Bono, y finalmente, sorpresa, al restaurante donde Bono suele ir a comer (que, sorpresa, el dueño tiene otro local en Valencia, el Finnegans, en la plaza de la Reina), ya me hago fan. En este restaurante, también comieron Obama y su mujer, en una visita a Bono y su familia. Qué curioso. De ahí, Dalkey, nos volvemos en tren a Dublín, donde visitaremos la botica convertida en librería de Peter, y nos encontraremos con todos los lectores del Ulises, de James Joyce, que allí se reúnen para leer.

 

El día termina con varias cervezas, y con una cena en el Bobos burguer restaurant, famoso por sus hamburguesas.

 
 

Ha sido un finde maravilloso, y por supuesto, volveremos Dublín!

Rose

Cuando empecé a viajar, hacía ya mucho tiempo que quería hacerlo, pero no sabía cómo ni cuándo. Solamente un pequeño empujón hacia Laos, y mi destino estaba claro: mi vida era viajar… con el tiempo, me he dado cuenta de nada te aporta tanto, te enseña tanta humanidad y te otorga tanta comprensión, como el viajar. Cada viaje te acerca a una cultura y personas distintas, pero que al final, son tan humanos como tú. Los viajes son una lección de vida, así que cuando empieces, no volverás a ser la misma persona, no lo olvides…

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